Llegamos a un pequeño restaurant que jamás había visto. Yo siempre visitaba los más caros… asique este no era mi tipo. Pero no iba a reclamarle nada a David, tal vez no traía dinero suficiente para pagar un restaurant caro. Pensándolo bien, no creo que eso fuera posible, con solo mirar su gran automóvil se le podía juzgar. Más bien, era un tacaño.
Nos sentamos en una mesa para dos personas, ésta estaba al lado de una ventana tapada con su cortina de color vino.
—¿Qué quieres ordenar? –pregunto David viéndome con la cartilla del menú en las manos.
—Aun no lo sé, no me apresures. Si no tienes tiempo, no me hubieras traído. –le encare.
—De acuerdo tomate tu tiempo… -rodeo los ojos.
Releí la cartilla del menú varias veces, y para ser honesta la mayoría de los platillos que ofrecían eran un asco. Casi no había ensaladas… Solo una, de hecho. Estaba repleto de hamburguesas. Ni siquiera sabia que había clases de hamburguesas: con pollo, especial, sencilla, mediana… en fin, una gran variedad. Me preguntaba que tenían de diferencia, para mi solo eran pan, jamón, carne y queso.
David vio mi cara de confusión.
—¿Qué pasa? –pregunto curioso.
—Nada. –mentí.
—No sabes que ordenar ¿cierto? –acertó.
—Cierto. Todo aquí contiene carne… La única ensalada que hay es de pollo. ¡Hoy no es sábado de pollo!
—¿A que te refieres con “hoy no es sábado de pollo”? –rio entre dientes. Él me veía como si fuera una completa tonta.
—Es solo una regla que tenemos mi amiga y yo, nada que te interese. –voltee hacia la mesa de la derecha.
—¿Qué te hace pensar eso? Tal vez me interese… -de ninguna manera le contaría. Se reiría de mí-. Anda, cuéntame…
—De acuerdo. Mi amiga Hayley y yo, tenemos una estricta dieta. Somos vegetarianas, eso es todo. –no era muy importante, pero el parecía ser amante de la carne, obviamente le parecería tonto.
—Jenyfer, no es nada en contra tuyo pero, ¿crees que no comer carne no afecta?, es necesaria para mantener el equilibrio del cuerpo. –dijo.
—Es problema mío, tu no vas a ser el que tendrá el descontrol en su cuerpo. –A él que le importa.
—Tienes razón, no debo preocuparme por ti. Al contrario… -dijo en un tono muy serio. Como siempre, yo no comprendía el significado de sus palabras cuando el hablaba de una forma rara, como si estuviera disfrutando de una bromas privada o un plan macabro. Esa era una de las razones por la cual me traía loca…
—David… -comencé-, cuéntame. Jamás te había visto por la escuela, supongo que te acabas de mudar. –trate de no sonar tan interesada en saber de él.
—Si, a mis padres les ofrecieron una buena oferta de trabajo aquí… -respondió como si nada. Pensé que iba evadirme, sin embargo no fue así, él me contesto.
—Oh, ya veo… Trabajo. –fruncí un poco el seño.
—¿Qué pasa? –pregunto de algún modo ansioso.
—Nada, solo no quiero que hablemos de trabajo, ni de padres.
—¿Qué te molesta de eso? –me miro confundido.
No quería contarle las verdaderas razones… No quería decirle que yo era casi una huérfana, pero lo peor era que si tenia padres. Supongo que si le contaba el pensaría de mi que soy una niña pequeña, que a pesar de tener todo lo que quiero, yo lo único que quería era estar con mis papas. Eso para mi, no sonaba muy maduro… Pensándolo bien, lo que no era muy maduro era lo anterior. Mas bien, debía hablar sobre mis sentimientos… aunque, lo mas posible será que su reacción sea la de escapar de mi por escuchar a una adolescente son su drama.
Tengo mis sentimientos e ideas hechos nudos, y lo peor es que están muy enredados, eso no tiene caso negarlo.
Mire la no tan femenina ropa, que llevaba puesta. Puse atención a cada sonido: cubiertos, platos, vasos, gente riendo o charlando. Todo me estaba llevando a una desesperación. La cabeza me dolía y estaba mareada, debía ordenar algo ya.
Vacile un poco. Ignore a propósito la pregunta que me había hecho.
—Ordenare la ensalada… ¡Mesera! –grite en un tono… elegante.
—No has contestado a mi pregunta, Jenyfer.
—No hay porque hacerlo, solo es un tema que no me apetece tratar. –dije indiferente.
—Bien, a mi no me apetece escucharte… -agrego tajante. Alce la ceja. –Es broma, solo quería quitar la tensión…
—Que manera de quitarla, eh.
La mesera llego a nuestra mesa. Era una chica de cabello castaño y piel blanca. Venia vestida con una falda celeste y blusa blanca la cual llevaba un gafete que decía: “A su servicio” Marlette. Ella realmente era linda, lo que causo en mi un poco de incomodidad, ya que ella miraba muy interés a David. Tenia tal vez algunos cuatro kilos de sobrepeso, por eso tenia esas curvas que la hacían atractiva a la vista de cualquier hombre. Me tense.
—Quiero la ensalada… y una limonada. –dije interrumpiendo las miradas que estaba dándole a David. Por alguna razón, él no se las devolvía de la misma forma en que ella lo hacia. David la veía como con amabilidad.
—Yo… una hamburguesa de pollo. –le sonrió a la chica, la cual ya estaba anotando nuestra orden.
—¿Y para tomar? –le pregunto ella tratando de hacer sonar su voz de un modo sensual…
—Lo mismo que mi novia… -ella abrió grandemente los ojos. Termino de anotar y se fue.
—¡¿Por qué le has dicho eso?! –pregunte aun mas sorprendida que la mesera.
—Tu la has visto… Me miraba de una forma acosadora. –intento hacerse la victima.
—Claro, también vi como la mirabas… -entrecerré mis ojos.
—¿Celosa? –pregunto de manera provocativa.
—Por supuesto que no… -en realidad, si lo estaba.
Ahí termino nuestra conversación. Por sorprendente que parezca, no peleamos. Debia decir que este tipo de amistad o lo que sea que teníamos, era divertida.
De alguna manera, aunque estuviera indispuesta, él me hacia quererlo a mi lado…
2 comentarios:
Hola, como estas? espero que bien.
Esta muy interesante tu novela.
uno nunca sabe lo que va a pasar, me gusta mucho.
Nos vemos, cuídate
Me gusta el caracter de David y como libera la tención hahahaha!!!!
Ame el cap <3
Besos, Fabiola.
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